jueves, 28 de noviembre de 2013

Cultura egipcia

El Antiguo Egipto o antigua cultura egipcia fue una civilización antigua de la parte oriental de África del Norte, se concentró a lo largo del curso inferior del río Nilo en lo que hoy es el estado moderno de Egipto. La civilización se unifico en torno al año 3150 aC ,con la unificación política del Alto y el Bajo Egipto en el marco del primer faraón, y desarrollado a lo largo de los próximos tres milenios. Su historia se produjo en una serie de períodos comparativamente estable, llamado por los estudiosos de hoy como reinos separados por períodos de relativa inestabilidad conocido como períodos intermedios.La civilización egipcia o Egipto alcanzó su pináculo en lo que hoy es llamado el Nuevo Reino, después de lo cual entró en un período de lenta y constante declive. Egipto fue conquistado por una sucesión de potencias extranjeras en su período tardío, y el imperio de los faraones terminó oficialmente en el 31 aC, cuando el Imperio romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico, que desaparece como estado. Este acontecimiento no representó el primer período de dominación extranjera, pero fue el que condujo a una transformación gradual en la vida política y religiosa del valle del Nilo, marcando el final del desarrollo independiente de su cultura.

El éxito de la antigua civilización egipcia proceden en parte de su capacidad para adaptarse a las condiciones del valle del río Nilo. La inundación previsible y riego controlado del valle fértil con cultivos que ofrecían excedentes de productos que alimentaron el desarrollo social y cultural. Con recursos de sobra la administración patrocinado la explotación minera del valle y en torno a las regiones desérticas, la pronta elaboración de un sistema de escritura y la organización colectiva en la construcción y proyectos agrícolas, ayudados por el comercio con las regiones circundantes, y una política militar destinada a derrotar a enemigos extranjeros y afirmar la dominación egipcia motivación la organización estatal para que estas actividades fueron eficientes y productivas. La burocracia estaba conformada por una elite:Los escribas, los líderes religiosos, administradores que bajo el control de un faraón garantizaban la cooperación y la unidad del pueblo egipcio en el contexto de un elaborado sistema de creencias religiosas.















Los muchos logros de los antiguos egipcios incluyen la explotación de canteras, los estudios topográficos y las técnicas de construcción que facilitaron la construcción de monumentales ,pirámides, templos y obeliscos, un sistema de matemáticas, un sistema práctico y eficaz de la medicina, los sistemas de riego y técnicas de producción agrícola, los primeros buques conocidos, loza y vidrio con tecnología egipcia , nuevas formas de literatura, y en lo político los tratado de paz .Egipto dejó un legado duradero. Su arte y la arquitectura fueron ampliamente copiados, y sus antigüedades fueron llevados lejos a todos los rincones del mundo. Sus monumentales ruinas han inspirado la imaginación de escritores y viajeros durante siglos. Una nueva relación de las antigüedades y las excavaciones en el período moderno temprano dio lugar a la investigación científica de la civilización egipcia y una mayor apreciación de su legado cultural, de Egipto y el mundo.

Antigua Grecia

 La civilización de los antiguos griegos ha sido enormemente influyente para la lengua, la política, los sistemas educativos, la filosofía, la ciencia y las artes, dando origen a la corriente renacentista de los siglos XV y XVI en Europa Occidental, y resurgiendo también durante los movimientos neoclásicos de los siglos XVIII y XIX en Europa y América. La civilización griega fue básicamente marítima, comercial y expansiva. Una realidad histórica en la que el componente geográfico jugó un papel crucial en la medida en que las características físicas del sur de la península de los Balcanes, por su accidentado relieve, dificultaban la actividad agrícola y las comunicaciones internas, y por su dilatada longitud de costas, favorecieron su expansión hacia ultramar. Un fenómeno sobre el que incidirían también de forma sustancial la presión demográfica originada por las sucesivas oleadas de pueblos (entre ellos aqueos, jonios y dorios) a lo largo del III y II milenios a. C.

La zona septentrional de la península de los Balcanes, caracterizada por alternancia de relieve tabular y llanura esteparia, fue la zona de mayor contacto con el resto de Europa oriental. Allí se establecieron las antiguas Tesalia, Macedonia, Etolia, Acarnania y Epiro. La zona central, comunicada dificultosamente con la anterior a través de angostos desfiladeros y de un terreno igualmente irregular de macizos y llanuras, vio prosperar a las antiguas regiones de Dórida, Fócida, Beocia y Ática. La zona meridional, abundante en macizos y fosas y comunicada con la anterior a través del istmo de Corinto, comprendió a su vez las regiones de Acaya, Arcadia, Argólida, Laconia y Mesenia.

Atenas cayó bajo una tiranía en la segunda mitad del siglo VI a. C. Cuando esta tiranía terminó, se propuso una reforma radical para que la aristocracia no recobrara el poder: los atenienses fundaron la primer democracia del mundo. Una asamblea de ciudadanos para la discusión de la política municipal o Ekklesia había existido desde las reformas de Dracón en el 621 a. C., y a todos los ciudadanos se les permitía que asistieran según las reformas de Solón; pero los ciudadanos más pobres no podían hablar ante la asamblea o postularse como candidatos, excepto en el caso de ciertos cargos públicos cuya elección era aleatoria. Al establecer la democracia, la asamblea se convirtió en el mecanismo de iure del gobierno; todos los ciudadanos entonces tuvieron igualdad de derechos (isopoliteia) en la asamblea. Sin embargo, los que no eran ciudadanos ―los metecos y los esclavos― no gozaban de ningún derecho político en absoluto.

Civilización Romana (753 a.C. - 1453 d.C.)

La naciente ciudad estado es gobernada por un rey (rex) elegido por un consejo de ancianos (senatus). Los reyes míticos o semi-míticos son (en orden cronológico): Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Lucio Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Lucio Tarquinio el Soberbio. El último de ellos, Lucio Tarquinio el Soberbio, fue derrocado en el año 509 a. C. cuando la República fue establecida.
La República fue establecida el año 509 a. C., según los últimos escritos de Tito Livio, cuando el rey fue desterrado, y un sistema de cónsules fue colocado en su lugar. Los cónsules, al principio patricios pero más tarde plebeyos también, eran oficiales electos que ejercían la autoridad ejecutiva, pero tuvieron que luchar contra el senado romano, que creció en tamaño y poder con el establecimiento de la República. En este periodo se fraguarían sus instituciones más características: el senado, las diversas magistraturas, y el ejército. Una nueva Constitución estableció un conjunto de instituciones de control así como una clara separación de los poderes.
Los romanos sometieron gradualmente a los ocupantes de la península itálica, la mayoría emparentadas con las tribus itálicas (de origen indoeuropeo; como los samnitas) pero también etruscos. La última amenaza a la hegemonía de Roma en Italia llegó cuando Tarento, una gran colonia griega, ayudó a Pirro de Epiro en 282 a. C.
En la última mitad del siglo III a. C., Roma se enfrentó con Cartago en las dos primeras Guerras Púnicas, conquistando Sicilia e Iberia. Después de derrotar a Macedonia y al Imperio seléucida en el siglo II a. C., el naciente estado logra una enorme expansión tanto política como económica, extendiéndose por todo el Mediterráneo.

El vencedor ulterior de todas estas guerras civiles, César Augusto, abolirá de facto la República y consolidará un gobierno unipersonal y centralizado de todo el territorio, conocido como Imperio Romano. A partir de este momento, la estabilidad política del Imperio quedará ligada al carácter de los emperadores que sucederán a Augusto, alternándose los periodos de paz y prosperidad con las épocas de crisis.
Augusto, que inaugura la dinastía Julio-Claudia, representa el periodo de máximo esplendor del Imperio Romano. A esta dinastía, terminada en el año 68 por el infausto Nerón le seguirá el periodo de inestabilidad conocido como el año de los cuatro emperadores, donde se impondrá Vespasiano, que inaugurará la dinastía Flavia, de origen no patricio. Les seguirán del año 96 al 180 los llamados "cinco emperadores buenos" (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio), en la considerada "edad de plata" del Imperio.

El Imperio romano de Oriente fue muy rico y avanzado culturalmente y sobrevivió durante aproximadamente mil años más.
Constantino también institucionalizará el cristianismo, al hacerlo religión oficial del Imperio.
Las invasiones bárbaras pondrán la puntilla a un moribundo Imperio Occidental, dando paso a la Edad Media. El último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, será depuesto en el 476 por Odoacro, un hérulo. El Imperio romano de Oriente (Posteriormente denominado Imperio bizantino por el historiador Hieronymus Wolf en el siglo XVI) proseguirá su existencia hasta la caída de Constantinopla en el año 1453.

Civilización China y la Ruta de Seda

El rey de los Qin funda una nueva dinastía y toma para sí el nuevo nombre de 皇帝 (huángdì), de connotaciones religiosas, que traducimos al español por "emperador". A partir de este momento histórico, todos los monarcas chinos posteriores utilizarán este título, abandonando la denominación de "reyes" (王 wáng). El nuevo emperador se hizo llamar 始皇帝 Shǐ Huángdì ("primer emperador"), viéndose a sí mismo como el primero de lo que esperaba fuera una larga dinastía de emperadores. Es la primera dinastía de una China reunificada y mucho más grande que la gobernada por los Zhou. Hoy en día los chinos lo llaman más frecuentemente Qin Shi Huang ("Primer Emperador Qin"). Con él surge, por primera vez en la historia, un estado chino fuerte, centralizado y unificado.
El Estado Qin llevó a cabo una labor intensa de unificación de normas: Se unificaron las pesas y las medidas, así como el sistema de escritura. Se ordenó la tristemente célebre quema de libros, en la que se destruyeron escritos que no se ajustaban al modelo religioso y social del nuevo imperio. Construyó enormes palacios en Xianyang para convertir a sus antiguos enemigos en cortesanos, unificó los fragmentos de muralla construidos durante los siglos anteriores en la Gran Muralla, también inició la construcción de su mausoleo, los famosos Guerreros de Terracota.
A pesar del éxito militar de la unificación, las características del estado Qin hicieron su supervivencia inviable, y éste se vino abajo tras la muerte de Qin Shi Huang. Su crueldad y los numerosos trabajos que impuso al pueblo sembraron el descontento; tras su muerte en 209 a. C., los rebeldes aprovecharon el reinado de su débil hijo Èrshì Huángdì ("Emperador Segundo"), para acabar con la dinastía Qin y arrasar su capital, Xianyang. En 206 a. C., Liu Bang, que dirigía la rebelión militar contra el ejército Qin, se proclama emperador, fundando una nueva dinastía: los Han.

En el año 581 Yang Jian, general del ejército de la dinastía Zhou del Norte, se hizo con el poder y proclamó una nueva dinastía: los Sui. Ocho años después, en 589, la dinastía Sui derrotaba a la débil dinastía Chen del sur, con lo que conseguía la reunificación del sur y el norte.
Tras la reunificación, se inició una etapa de reformas institucionales y de consolidación del poder central. En esta época se construyó el Gran Canal y se amplió la Gran Muralla China. También fue una época de promoción del budismo. En el año 604, Yang Guang sucedió a su padre en el trono. Tras una serie de reveses militares en las regiones fronterizas, se produjeron insurgencias militares. El segundo emperador Sui moría asesinado en el año 617. Se intenta mejorar con reformas la situación del pueblo, pero son traicionadas por su hijo, desencadenándose una sucesión de guerras campesinas, que finalizan con la toma del poder por Li Yuan, en el año 618, que funda la dinastía Tang, con capital en Xi'an.



La Ruta de la Seda era una red de rutas comerciales entre Asia y Europa que se extendía desde Chang'an (actualmente Xi'an) en China, Antioquía en Siria y Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía) a las puertas de Europa y que llegaba hasta los reinos hispánicos en el siglo XV. El término "Ruta de la Seda" fue creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en su obra Viejas y nuevas aproximaciones a la Ruta de la Seda, en 1877. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba en ella, la seda, cuya elaboración era un secreto que sólo los chinos conocían. Los romanos se convirtieron en grandes aficionados de este tejido, tras conocerlo antes del comienzo de nuestra era a través de los partos, quienes estaban al tanto de su comercio. Muchos productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos, telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, vidrio, materiales manufacturados, coral, etc.

Civilización Hindú


Los Reinos Medios, particularmente los asociados con la dinastía gupta, son también conocidos como la «era dorada» de la India, dado que fue una época de desarrollo cultural incomparable. Los kushanas invadieron el noroeste de la India en la mitad del siglo I d. C. desde el Asia Central y fundaron un imperio que se extendía desde Peshawar hasta la mitad de la cuenca del río Ganges y posiblemente hasta la Bahía de Bengala. También incluía Bactria (en el norte de Afganistán y sur de Tayikistán). Su poderío llegó a extenderse por el Turquestán y ayudaron a propagar el budismo en China.
En la India surgieron varios reinos. El más antiguo es el reino de Pandy, al sur de Tamil Nadú, siendo la capital Madurai. Los reinos indogriegos que surgieron después de la conquista de Alejandro Magno, gobernaron Gandhara desde el año 180 a. C. hasta el 10 d. C. Por esa época comenzó a tomar forma el reino dravídico Pandia, en el sur de la India.
Los satavájanas, también conocidos como los andharas, fueron una dinastía que gobernó el sur y centro de India al comienzo del año 230 a. C. Si bien no se sabe con exactitud cuánto duró esta dinastía, las estimaciones más liberales indican que pudo haber durado unos 450 años. Antes de su desaparición, sin embargo, el reinado se había desintegrado en diferentes Estados, lo cual unido a las ambiciones de los regentes feudales, ocasionó su declive.
Durante el siglo IV y V la dinastía gupta unificó la India.
Durante este periodo, denominado la «era de oro» de la India, la cultura, ciencia y administración política hinduista alcanzó su apogeo. Después de su caída en el siglo VI, la India se dividió nuevamente en numerosos reinos regionales.
El origen de esta dinastía no es bien conocido, aunque el viajante chino I'tsing habla de este imperio, así como los Puranas hinduistas también hacen referencia a él. El imperio llegó a su fin después del ataque de los hunos del centro de Asia.
Unos descendientes menores del clan Gupta siguieron gobernando Magadha después de la desintegración del imperio. Estos Guptas fueron finalmente derrocados por el rey Jarsha Vardhana, que estableció a mediados del siglo VII un imperio que rivalizó con el de los Guptas, si bien fue de corta duración.

Edad Media Europea (Las Cruzadas)

Edad Media Europea (Las Cruzadas)

Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por el papado y llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, principalmente, por la Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano. Las cruzadas, con el objetivo específico inicial de restablecer el control cristiano sobre Tierra Santa, se libraron durante un período de casi doscientos años, entre 1095 y 1291. Más tarde, otras campañas en España y Europa oriental, de las que algunas no vieron su final hasta el siglo XV, recibieron la misma calificación. Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también contra los eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdenses, prusianos y, principalmente, contra los enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la penitencia por los pecados del pasado, a menudo llamada indulgencia.

Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso en práctica. En 1095, la invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas medievales más importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el luto de tres años del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría (1046-1095), quien antes de morir habría aceptado participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27 de noviembre de 1095, cuando proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).

Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como eran conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y perdurar. Los dos primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces que expandieron su reino a toda la zona situada entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente, se adaptaron al cambiante sistema de alianzas locales y llegaron a combatir junto a estados musulmanes en contra de enemigos que, además de musulmanes, contaban entre sus filas con guerreros cristianos.
Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos, cada vez más cómodos en su nuevo estilo de vida, entre los musulmanes iba creciendo el espíritu de jihad o guerra santa agitado por los predicadores contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con sus reyes. Este sentimiento fue explotado por una serie de caudillos que consiguieron unificar los distintos estados musulmanes y lanzarse a la conquista de los reinos cristianos.
El primero de estos fue Zengi, gobernador de Mosul y de Alepo, que en 1144 conquistó Edesa, liquidando el primero de los Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el Papa Eugenio III, a través de Bernardo, abad de Claraval (famoso predicador, autor de la regla de los templarios) predicó en diciembre de 1145 la Segunda Cruzada.
A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados por Luis VII de Francia (acompañado de su esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador germánico Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así como con los bizantinos, fueron constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes llegaron a Tierra Santa (por separado) decidieron que Edesa era un objetivo poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí, para desesperación del rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi), eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey de Jerusalén.
La expedición fue un fracaso, ya que tras sólo una semana de asedio infructuoso, los ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a sus países. Con este ataque inútil consiguieron que Damasco cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba cercando los Estados francos. Más tarde, el ataque de Balduino II a Egipto iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la frontera sur del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria de la Tercera Cruzada.

Las Reformas Protestantes y El Espíritu Capitalista


Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al movimiento religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI, que llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar origen a varias iglesias y organizaciones agrupadas bajo la denominación de protestantismo.
La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá posteriormente el nombre de Reforma Protestante, por su intención inicial de reformar el catolicismo con el fin de revitalizar el cristianismo primitivo, y la importancia que tuvo la Protesta de Espira, presentada por los príncipes cristianos alemanes en 1529 contra un edicto del Emperador Carlos V tendiente a anular la tolerancia religiosa que había sido legalmente concedida los principados alemanes.
Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote católico agustino Martín Lutero, que revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia católica medieval, que permitía y justificaba prácticas como la "venta de indulgencias", según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente, y no vendido.
La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y monarcas para poder formar iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los grandes exponentes de la Reforma Protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.



Enrique VIII ascendió al trono de Inglaterra siendo muy joven y al principio no se interesó por los problemas de gobierno, que dejó en manos de su favorito, el cardenal Thomas Wolsey, a quién nombró canciller de Inglaterra. Enrique VIII siempre fue un católico convencido, y un ardiente partidario de la primacía de Roma sobre la cristiandad, por ello fue declarado "Defensor de la Fe" (Fidei Defensor) por el Papa León X tras publicar "La Defensa de los Siete Sacramentos" (1521), donde argumentaba con vehemencia a favor de las prerrogativas del papado. Por ello resulta curioso el hecho de que la Iglesia de Inglaterra se haya separado de la Iglesia Católica a mediados del siglo XVI, no por aceptar o compartir las ideas reformadoras de Lutero u otros protestantes, sino que por iniciativa del rey Enrique VIII.
Enrique VIII se opuso sin embargo a la reforma de la Iglesia de Inglaterra tras decretar el Acta de supremacía en 1534, por la que el mismo rey se convertía en jefe de la Iglesia de Inglaterra, no se realizó ninguna modificación doctrinal o litúrgica sustantiva bajo su gobierno, solo se prohibió a obispos y sacerdotes ingleses tener relación con la Curia Romana y se expropiaron los bienes excedentes de la Iglesia Católica en beneficio de la Corona Real.



ESPÍRITU CAPITALISTA...

Para el 1850, el capitalismo sólo existía en Inglaterra y en Francia. Sólo el 10 por 100 de la población mundial trabajaba en el marco de producción. Pero a finales del siglo XIX, el sistema se hizo mundial. En todas partes el desarrollo del capitalismo perturbaba las sociedades tradicionales haciendo que la masa obrera y empleada aumentara, como contrapartida, siguiendo el ritmo del desarrollo capitalista Si bien el capitalismo se presenta allí donde se realiza "la satisfacción de necesidades de un grupo humano, con carácter lucrativo y por medio de empresas", Weber considera que "la satisfacción de las necesidades cotidianas basada en técnicas capitalistas sólo es peculiar de Occidente". En la argumentación weberiana, la religión cobra su máxima importancia en cuanto que constituye un elemento sancionador de impulsos irracionales no sometidos a regla alguna. En qué medida, entonces, el calvinismo y el puritanismo coadyuvaron al nacimiento del moderno capitalismo europeo? Pues en la medida en que la idea de predestinación -que es central en estas confesiones religiosas- hizo que la organización racional del trabajo fuera vista como un orden que había que instaurar en la Tierra, como una misión sagrada que había que cumplir; en la medida en que su ascetismo característico se opuso al goce despreocupado de la riqueza e instó a romper las cadenas del afán de lucro..., que no sólo lo legalizaba, sino que lo consideraba como precepto divino. el ascetismo laico del protestantismo sancionó éticamente el trabajo incesante como medio ascético superior. Y al hacerlo así, constituyó la más poderosa palanca de expansión de la concepción de la vida que hemos llamado "espíritu del capitalismo". Weber, en principio, no rechazaba de plano el materialismo histórico. La consideración marxiana de que la Iglesia ha desarrollado siempre una función legitimadora del poder fue corroborada por él mismo al sostener que la Iglesia luterana había estado íntimamente conectada a la formación y evolución del Estado prusiano. En cambio lo que Weber nunca aceptó fue que la religión, como componente esencial de la ideología de una sociedad, formara parte de una superestructura susceptible de ser explicada desde las bases económicas de esa misma sociedad. Lo "ideológico" tenía para Weber una autonomía suficiente como para producir transformaciones de la estructura social, más allá de la economía y de la lucha de clases (es decir, de lo que el marxismo siempre había considerado como el motor de la Historia).

El capitalismo es un sistema económico que se originó en Europa occidental en la época de la industrialización en el que se alcanzo un alto grado de actividad productiva, que se caracterizó por la inversión masiva del capital poseído y el trabajo de la mano de obra asalariada. El concepto de capitalismo fue y es objeto de debates y desigualdades sobre su significado, orígenes y evolución. Algunos consideran que el capitalismo ha existido siempre, por identificarlo como el comportamiento humano, o cualquier tipo de practica económica basada en la inversión de riqueza para producir más. El término, posterior al capital y capitalista, comenzó a utilizarse a mediados del siglo XIX, para indicar el sistema contemporáneo de producción económica. El pre –capitalismo es trabajo que se realiza para cubrir las necesidades de la vida sin el deseo de tener la acumulación de un capital. El origen del capitalismo según Sombart surge de la “satisfacción de las necesidades” y el “lucro”. La concepción de Weber del espíritu capitalista fue influyente en especial por identificar en la influencia de la ética calvinista el carácter racional que tiende a estar en la vida económica desde el siglo XVI y es el componente esencial del capitalismo.

El primer obstáculo que el espíritu capitalista tuvo que afrontar para imponerse como forma de vida fue la conducta tradicional de trabajar para la suficiencia, que es ganar lo necesario para seguir viviendo, a la que Weber llama tradicionalismo. Según este autor, la mentalidad tradicional del obrero es que el aumento de salario no incentiva la intensidad del trabajo, más bien la reduce. El obrero se esfuerza doblemente en su trabajo por obtener un aumento, ya obtenido y fijado no le interesa seguir esforzándose por otro aumento porque esto requeriría más trabajo, pues tiene lo bastante para vivir. "No le importo ganar menos con tal de no trabajar más y no tuvo en cuenta lo que ganaría diariamente si rindiera un máximo posible por su trabajo." Más bien pensó en todo el trabajo que tendría que ejercer para seguir ganando. Entonces entra en la mentalidad de que ya gano lo suficiente para cubrir los gastos acostumbrados. Esto antes mencionado es lo que se denominó como “tradicionalismo” por “naturaleza”. Que es la aspiración del individuo de continuar su existencia como siempre lo hizo, obteniendo lo necesario para pagar sus gastos y no el ganar más dinero.

lunes, 28 de octubre de 2013

 El Renacimiento

Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Italia fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento.
El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El nombre «renacimiento» se utilizó porque este movimiento retomaba ciertos elementos de la cultura clásica. El término se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por cierto antropocentrismo.
En este sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari (1511-1574) formuló una idea determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascitá), que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista. De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a la mentalidad fueron lentos y graduales.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». Sobre el significado del concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido mucho; generalmente, con el término «humanismo» se indica el proceso innovador, inspirado en la Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en la organización de las realidades histórica y natural que se aplicó en los siglos XV y XVI.
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los Estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.

Características

 De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:
  • La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico.
  • Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.
  • El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social.
Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo movimiento se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo la atención sobre los restos monumentales y las obras literarias y tratados clásicos.
Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, los Estados Pontificios y Nápoles. La presión que se ejercía desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos.
Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística, científica, y, en último término, de las costumbres e ideas de toda la sociedad.
En Florencia, el desarrollo de una rica burguesía ayudó al despliegue de las fuerzas del Renacimiento; la ciudad se convirtió en punto de partida del movimiento, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras de arte del nuevo estilo que desde aquí se va a extender al resto de Italia, primero, y después a toda Europa.

El Humanismo.

El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y Venecia) en personalidades como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo griego del siglo de oro y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios espirituales provocados por la evolución social e ideológica de Europa, fundamentalmente al coludir con los principios propugnados por las reformas (luterana, calvinista, anglicana), la Contrarreforma católica, la Ilustración y la Revolución francesa del siglo XVIII. El movimiento, fundamentalmente ideológico, tuvo así mismo una estética impresa paralela, plasmada, por ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda conocida como Letra humanística, evolución de las letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y de la cancillería papal en Roma, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra gótica medieval.
La expresión humanistis studiensins fue contrapuesta por Coluccio Salutati a los estudios teológicos y escolásticos cuando tuvo que hablar de las inclinaciones intelectuales de su amigo Francesco Petrarca; en éste, humanitas significaba propiamente lo que el término griego filantropía, amor hacia nuestros semejantes, pero en él el término estaba rigurosamente unido a las litterae o estudio de las letras clásicas. En el siglo XIX se creó el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la educación en 1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la escolástica (1841) para, finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir de los estudios clásicos por Georg Voigt, cuyo libro sobre este periodo llevaba el subtítulo de El primer siglo del Humanismo, obra que fue durante un siglo considerada fundamental sobre este tema.
El Humanismo propugnaba, frente al canon eclesiástico en prosa, que imitaba el latín tardío de los Santos Padres y empleaba el simple vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, los studia humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en las fuentes clásicas grecolatinas, muchas de ellas entonces buscadas en las bibliotecas monásticas y descubiertas entonces en los monasterios de todo el continente europeo. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo de entre otros Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos monjes humanistas en los monasterios de toda Europa. La labor estaba destinada a acceder así a un la
tín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento del griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer Constantinopla y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453. La segunda y local tarea fue buscar restos materiales de la Antigüedad Clásica en el segundo tercio del siglo XV, en lugares con ricos yacimientos, y estudiarlos con los rudimentos de la metodología de la Arqueología, para conocer mejor la escultura y arquitectura. En consecuencia el humanismo debía restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento y comprensión de estos autores de la Antigüedad Clásica, a la que se consideraba un modelo de conocimiento más puro que el debilitado en la Edad Media, para recrear las escuelas de pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de los escritores clásicos, y por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias ligadas estrechamente al espíritu humano, en el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los saberes dignos del hombre libre frente al dogmatismo cerrado de la teología, expuesto en sistemáticos y abstractos tratados que excluían la multiplicidad de perspectivas y la palabra viva y oral del diálogo y la epístola, típicos géneros literarios humanísticos, junto a la biografía de héroes y personajes célebres, que testimonia el interés por lo humano frente a la hagiografía o vida de santos medievales, y la mitología, que representa un rico repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas que las castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della Voragine y su leidísima Leyenda dorada. Este tipo de formación se sigue considerando aún hoy como humanista.
Para ello los humanistas imitaron el estilo y el pensamiento grecolatinos de dos formas diferentes: la llamada imitatio ciceroniana, o imitación de un solo autor como modelo de toda la cultura clásica, Cicerón, impulsada por los humanistas italianos, y la imitatio eclectica, o imitación de lo mejor de cada autor grecolatino, propugnada por algunos humanistas encabezados por Erasmo de Rotterdam.